Un hogar para los olvidados

En un rincón olvidado de la ciudad, donde las sombras de los edificios se alargan y el bullicio se desvanece, vivía ABUELA, una gata callejera de pelaje Naranja y ojos amarillos que brillaban como faros en la noche. No se sabe si siempre fue una vagabunda, hace mucho, Abuela seguramente tuvo un hogar, una mano que la acariciaba y un plato lleno de comida. Pero un día, sin razón aparente, fue abandonada en una esquina, con apenas un maullido para despedirse de su pasado.

Abuela estaba sola en las calles, junto a ella merodeaban otros gatos. Cada día era una lucha. Buscaba refugio bajo los autos cuando llovía, revolvían basureros en busca de algo comestible y esquivaba las miradas de desprecio de quienes pasaban, además había momentos tristes, se acurrucaba en las noches frías y se lamían las heridas.

Una tarde, mientras Abuela hurgaba en un callejón, una mujer la vio. Sus ojos se encontraron, y algo en el maullido débil de Abuela tocó el corazón de la mujer, Dios! ese gato necesita un hogar!. Al principio, la mujer dudó, pero al ver a Abuela, flaca y temblorosa, no pudo resistirse, le dio un plato de comida. Por primera vez en meses, Abuela durmió con miedo, en ese callejón donde encontró alimento.

La mujer encontró apoyos. Con ayuda de sus vecinos, organizó una campaña para rescatar a Abuela que tenia una sorpresa, estaba embarazada y dio a luz a sus cachorritos en el callejón. Recibieron un refugio clandestino y los cuidados que necesitaban los pequeños. Poco a poco nacieron nuevas generaciones que con la ayuda de los vecinos que los cuidan salieron adelante.

Cada gato callejero lleva una historia de lucha, pero también de esperanza. No piden mucho: un rincón cálido, un poco de comida y una caricia que les recuerde que son amados. Adoptar a uno de ellos no solo cambia su vida, sino que llena la tuya de un amor incondicional que solo un gato rescatado puede dar. ¿Te animas a abrir tu corazón y tu hogar?